Ha sido un fin de semana, yo diría que, realmente bueno y productivo. No porque haya dado para mucho -siempre pasan demasiado rápido- pero sí por lo nuevo que ha traído a nosotros y a la casa. Algo ha cambiado este puente de agosto en el que no se veía ni un alma cuando abrías la ventana.
Empiezo por el final, y es que uno de los objetivos era ir pasenado a La Central a comprar libros. Yo llevaba días necesitando lecturas nuevas, buscando algo por los rincones, esperando el aire fresco en las calurosas noches de verano y por fin encontré lo que buscaba. Estoy deseando empezar a leerlo despacio...
Y bueno, como los pocos supervivientes en la ciudad no deberían estar solos, decidimos juntarnos para comer el sábado en casa. Aproveché la mañana para usar la mascarilla de arcilla de una tienda de cosmética hecha a mano que me encanta y luego preparar la mesa donde cocinamos una buena charla y sobremesa.
Me encanta que el resto del mundo desaparezca
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