viernes, 26 de julio de 2013

MEDITORIEGO





Es frecuente que yo tenga la cabeza en otra parte (¿dónde?), ya me pasaba de niña que era famosa por mis despistes y ausencias, pero forma parte de mi naturaleza y hay tareas que me llevan con más facilidad a otros lugares, a esos limbos maravillosos y terapéuticos donde me cuelgo. Regar es una de ellas (será el sonido del agua, el olor de las plantas frescas, la meticulosidad y la concentración al repartir el torrente que sale de la manguera...). Es por eso que al caer la tarde elijo regar y viajar ese rato a donde sea. Y el otro día, el otro día pensaba en las decisiones, (y me daría para mucho este tema), en la dificultad de tomarlas, en la pereza de tomarlas, en las excusas para no tomarlas, en la liberación después de haberlas tomado...pero sobre todo, pensaba en la satisfacción de reconocer, una vez pasado el tiempo, que ese camino elegido era lo único y lo mejor que podría haber hecho, porque de otro modo mi vida sería otra ahora y mi vida tenía que ser ésta.  Rueda de bicicleta.

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