miércoles, 19 de diciembre de 2012

VIAJES DE OTOÑO. GENÈVE (I)







Era el primer día y nos despertamos con las primeras luces. Yo quería sentir el frío y caminar cerca del lago cuando todo fuera silencio. Quería escuchar a Rousseau susurrando en el viento antes de que comenzara la ebullición de la ciudad en el siglo XXI. Nuestro lúgubre hotel Nashville estaba escondido en el barrio argelino, rodeado de restaurantes kebab, tiendas de relojes falsos y fruterías regentadas por enormes negros que parecía, por el tono y el empeño que ponían en sus acaloradas conversaciones en francés, que fueran a pelearse por el precio de los plátanos en cualquier momento. Madrugamos si, madrugamos mucho y salimos a pasear bajo la lluvia helada en profundo silencio, como si cualquier palabra ínfima, inocente, de pronto resultara errada y tuviera el poder de romper la magia de una composición azul perfecta, sólo nosotros, la historia, el lago y las montañas.

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