domingo, 7 de octubre de 2012

LA LINEA ISOMORFA DE LA SIGNATURA DE QUINCUNX

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La niebla. Esa bruma perenne de las almas melancólicas. "El vapor blanco que nos nubla la vida, cuando dormimos y soñamos". Así comenzaremos con Sebald el viaje a pie, a través del nublado y onírico condado de Suffolk. En este recorrido, que nos evoca, todo aquello que el camino evoca, puesta en marcha, búsqueda, reposo, pensamiento, encontramos a Thomas Browne, quien en el siglo XVII ejerció de médico en Norwich y dejó una serie de escritos de los que apenas hay algo equiparable. Para este hombre de ciencia, nuestro mundo sólo era mera sombra de otro, un acertijo en definitiva insondable. Por eso siempre intentó, pensando y escribiendo, observar la existencia terrestre, tanto las cosas que le eran próximas como las esferas del universo, desde el punto de vista de un marginado, incluso podría decirse que las contemplaba con ojos de creador. Y sin embargo -y aquí reposa su sabiduría- , para este erudito Browne, todo conocimiento está rodeado de una oscuridad impenetrable. Lo que percibimos no son sino luces aisladas en el abismo de la ignorancia, en la estructura de un mundo traspasado por profundas sombras. Estudiamos el orden de las cosas, pero lo que está esbozado en ese orden no lo concebimos.


(Texto con fragmentos y palabras del libro "Los anillos de Saturno" W.G. Sebald)

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