jueves, 23 de junio de 2011

ESTOS ESTADOS DE AUSENCIA Y UN POEMA DE HÖLDERLIN

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Foto: Gilbert Garcin


Pese a la asiduidad con que me digo que coincidencias semejantes suceden con mucha mayor frecuencia de lo que sospechamos porque todos nos movemos, uno tras otro, a lo largo de las mismas calles designadas por nuestra procedencia y nuestras esperanzas, mi razón es incapaz contra los fantasmas de la repetición que cada vez más a menudo vagan dentro de mí. Apenas me encuentro en sociedad me siento como si yo ya antes hubiese sido testigo en alguna parte de cómo las mismas personas representan las mismas opiniones y exactamente de la misma forma, con las mismas palabras, giros y gestos. La sensación corporal que permite una comparación más fiable con este estado extremadamente ajeno, que a veces se prolonga largo tiempo, es la del entorpecimiento producido por una grave pérdida de sangre que puede hacerse extensible a una parálisis momentánea del intelecto, de los órganos de fonación y de los miembros tal como puede apreciarlos aquel que, sin saberlo, acaba de ser víctima de un ligero ataque al corazón. Este fenómeno, para el que en la actualidad no existe una explicación adecuada, sea probablemente algo así como un anticipo del final aún por acaecer, un paso en falso o una especie de reposo, el cual, de forma parecida a un gramófono que reproduce una y otra vez la misma sucesión de sonidos, guarda menos relación con una avería en el mecanismo que con un defecto irreparable del programa introducido en la máquina.

"Los anillos de Saturno". W.G.Sebald


Canto del destino de Hiperión

Vagáis arriba en la luz,
en blando suelo, ¡genios felices!
brisas de Dios, radiantes,
suaves os rozan
como los dedos de la artista
las cuerdas santas.

Sin sino, como infantes
que duermen, respiran los dioses;
resplandecen
en casto capullo guardados
sus espíritus
eternamente.
Y en sus ojos beatos
brilla tranquilo
fulgor perpetuo.

Mas no nos es dado
en sitio alguno posar.
Vacilan y caen
los hombres sufrientes,
ciegos, de una
hora en la otra,
como aguas de roca
en roca lanzados,
eternamente, hacia lo incierto.

Versión de Otto de Greiff

Hölderlin

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