martes, 12 de abril de 2011

PRIMER DOMINGO DE ABRIL





Hace tiempo que comencé a escribir este blog con pequeñas ocurrencias, dibujos al azar, sopas de letras, músicas para un instante. Pero hoy quisiera mostrarlo en otro tono. Y quisiera ser constante. Mañana cominenza una carrera hacia alguna otra parte. Sólo cuento con la ilusión, y no conozco mayor estimulante. Me rodea una sensación de cambio, de coger una mochila para emprender un viaje, sin destino definido pero con todo por delante. Estoy en el sofá de mi pequeño salón y veo el cielo lleno de nubes. Me he preparado café y voy a perderme con un libro de Yasunari Kawabata, El rumor de la montaña.
Kawabata, premio Nobel en 1968, fué un insomne perpetuo y un solitario empedernido, quizá es por eso, por sus horas eternas para observar y pensar el mundo, que es capaz de mostrarnos los secretos del alma en sus libros. Kawabata nos habla del inconsciente, todo el tiempo.De los sueños, de las emociones, de los enredos de los sentimientos. Y todo a esa maravillosa manera japonesa de lo delicado, lo simple, lo pequeño. Árboles, gorriones, cerezos, té verde. Leer sus libros es adentrarse en lo oculto, en el lenguaje del gesto, es aprender a escuchar la brisa y no perder de vista el movimiento, de una mano, de una tela, del tiempo. En cada frase,  nos enseña a mirar y sentir un mundo velado de detalles ínfimos y nos regala la gran sabiduría del estar atentos. Kawabata se suicidó a los setenta y dos años. Quién sabe si ya había sido capaz de comprenderlo todo.

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