
Y yo pensaba: No es cierto, porque yo siento.
Y me leía el pensamiento: Las piedras también sienten. Las piedras te miran, Satsuma.
Y yo miraba a las piedras y les decía: Estáis ahí, tan grandes (y yo tan pequeña), tan hermosas. Nada os importa. Os odio. Porque a mí el corazón me late y la cabeza me dá vueltas y no hago otra cosa que hacerme preguntas... (las piedras sonreían, yo las ví sonreir).
Entonces me dí cuenta, sólo las piedras permanecen.
Y lo saben todo.
1 comentario:
ser piedra en alguna ocasión,
no sentir ningún latido,
no más: no sentir
dejarte a la corriente de Heráclito
y no sentir.....
eddie (j.bermúdez)
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